Cuando nos hablan de la telepatía en general, lo más probable es que pensemos en algo ahora imposible y que quizás en un futuro podamos conseguir. Hasta nos imaginamos que nuestro cerebro debería "crecer" para conseguir dicha percepción extrasensorial.
En realidad es justo a la inversa. Nosotros fuimos seres que nos comunicábamos telepáticamente cuando no existía el lenguaje. Al aprender a comunicarnos verbalmente, fuimos perdiendo la capacidad de conocer los deseos y necesidades de nuestros congéneres. Se hizo más cómodo verbalizar. Pero, lo cierto es que, si lo tuvimos significa que podríamos de nuevo potenciarlo.
No es tarea fácil para un humano acostumbrado a sólo procesar las palabras que le llegan al cerebro por los oídos. Los que no lo han perdido son los animales que, afortunadamente para ellos, no han recibido la capacidad del habla.
Ellos se comunican con todo lo que les rodea telepáticamente, además de con ciertos gestos y sonidos. Nosotros intentamos entender lo que se supone que nos quieren decir, pero nos cuesta bastante porque no es su mejor vía de comunicación.
Por eso, el terapeuta que ha sido entrenado para un tipo de escucha más profunda, puede saber qué es realmente lo que el animal puede estar expresando. Puede saber qué es lo que más le gusta o disgusta, por qué tiene cierta conducta y hasta cómo se encuentra fisicamente.
Es ponerse a su nivel y abrir la mente para dejar que nos envíen la comunicación. En general, no tienen ningún problema en contarnos porque en ellos no existe prejuicio alguno. Somos nosotros los que debemos dejar la mente limpia y escuchar lo que nos tienen que decir.